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jueves, 29 de marzo de 2018

SERENIDAD EN EL DOLOR


¿Es posible vivir con una enfermedad larga y pesada y estar contenta? ¡Aviso! ¡No soy “masoca”! Y, desde mi experiencia os afirmo que sí.
Para mi, es fundamental hacer oración –dialogar con Dios- y conocer el sentido que puedo dar al cansancio, a las molestias, al desánimo de algunos días.  El dolor padecido sin ningún sentido puede llevar a la desesperación pero si sabes que unido al sufrimiento de Cristo tiene un valor redentor, que desde el rincón donde te encuentras puedes ayudar a que en el mundo haya más paz; que las personas se preocupen por los demás –incluso por los no nacidos para que tengan la oportunidad de vivir- ; también a la familia, a la juventud… ¡y, por supuesto! A personas concretas que nos piden que les recordemos en momentos de su vida.
La paz o la alegría que se siente no voy a decir que es de carcajadas o la sensación de plenitud que tienes cuando escalando alcanzas la meta y se te ensancha el alma viendo el panorama. Es serenidad o el gozo que viene de Dios. De saber que está haciendo lo que te pide con esas circunstancias.
En estos días de Semana Santa es más fácil rezar con el Viacrucis o meditar la Pasión del Señor. Contemplar a la Virgen y pedirle ayuda en cada circunstancia.
Sé que a veces, no se tiene ganas de nada; que lo único que quieres es que se pase el mal día o la mala racha… Entonces, se ofrece después de haberlo pasado ¡y ya está!
A todos los enfermos ¡mucho ánimo! Estoy con cada uno y rezo por todos.

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