¿Es posible
vivir con una enfermedad larga y pesada y estar contenta? ¡Aviso! ¡No soy “masoca”!
Y, desde mi experiencia os afirmo que sí.
Para mi, es
fundamental hacer oración –dialogar con Dios- y conocer el sentido que puedo
dar al cansancio, a las molestias, al desánimo de algunos días. El dolor padecido sin ningún sentido puede
llevar a la desesperación pero si sabes que unido al sufrimiento de Cristo
tiene un valor redentor, que desde el rincón donde te encuentras puedes ayudar
a que en el mundo haya más paz; que las personas se preocupen por los demás –incluso por los no nacidos para que tengan la oportunidad de vivir- ; también a la familia,
a la juventud… ¡y, por supuesto! A personas concretas que nos piden que les
recordemos en momentos de su vida.
La paz o la
alegría que se siente no voy a decir que es de carcajadas o la sensación de
plenitud que tienes cuando escalando alcanzas la meta y se te ensancha el alma
viendo el panorama. Es serenidad o el gozo que viene de Dios. De saber que está
haciendo lo que te pide con esas circunstancias.
En estos
días de Semana Santa es más fácil rezar con el Viacrucis o meditar la Pasión
del Señor. Contemplar a la Virgen y pedirle ayuda en cada circunstancia.
Sé que a
veces, no se tiene ganas de nada; que lo único que quieres es que se pase el
mal día o la mala racha… Entonces, se ofrece después de haberlo pasado ¡y ya
está!
A todos los
enfermos ¡mucho ánimo! Estoy con cada uno y rezo por todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario