En la Iglesia esta semana se denomina la
octava del Corpus Christi. ¿Por qué? Porque es difícil agradecer en un día la
generosidad de Dios que ha querido quedarse con cada uno de nosotros en la
Eucaristía.
Hablando
con un enfermo hace unos días, se encontraba muy mal y le pregunté “Si podía
recibir al Señor”. Me contestó “que su parroquia tenía un seminarista –ya diácono-
que le llevaba la Comunión todos los días”.
Para
las personas que tenemos fe, recibir al Señor, es la mejor medicina, si uno la
recibe con las debidas disposiciones. Te
ayuda a afrontar la enfermedad de
otra manera, con paz en el alma y con fuerzas renovadas. Cuando uno no está
bien cualquier extraordinario te parece un “mundo” y a lo mejor que entre
alguien en tu casa es toda una “odisea”. Si tenemos familia que nos acompañe,
preguntarles si supone mucho trastorno que nos traigan la Comunión y pedirla en
la parroquia. Los sacerdotes estarán encantados de encontrar a personas que
quieren estar más cerca de Dios.
Si
no es posible, os animo a hacer Comuniones Espirituales: “Yo quisiera, Señor,
recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra
Santísima Madre. Con el espíritu y fervor de los santos”.
Os
dejé una enlace donde se podía acceder a un rato de adoración.
También
hay una oración que a mi me gusta mucho y que os dejo:
"¡Cuan consoladores y suaves son
los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estas dominado por la tristeza?
Ven un momento a echarte a sus plantas, y quedaras consolado. ¿Eres despreciado
del mundo? Ven aquí, y hallaras un amigo que jamas quebrantara la fidelidad.¿Te
sientes tentado? aquí es donde vas a hallar las armas mas seguras y terribles
para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha
hecho temblar? Aprovechate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y
en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estas oprimido por la pobreza? Ven
aquí, donde hallaras a un Dios inmensamente rico, que te dirá que todos sus
bienes son tuyos, no en este mundo sino en el otro". Santo Cura de
Ars, Sermón sobre el Corpus Christi
Y
otra de Santa Teresa de Lisieux:
Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores.
Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío,
amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío,
imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los
eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios
besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha
los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la
Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo
amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.
Por sólo
tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y
ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote,
morir.
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