"Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María,
por el cariño de José, por el asombro de los pastores. Cuando los
ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento del Redentor, lo
hicieron con estas palabras: «Y aquí tenéis la señal: encontraréis un
niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). La
«señal» es precisamente la humildad de Dios, la humildad de Dios llevada
hasta el extremo; es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra
fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y
nuestras limitaciones. El mensaje que todos esperaban, que buscaban en
lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que
nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios
enamorado de nuestra pequeñez." Homilia del Papa Francisco 24 de diciembre 2014
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