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lunes, 26 de febrero de 2018

VIVIR EL SENTIDO CRISTIANO DEL DOLOR


NUEVE CLAVES PARA VIVR EL SENTIDO CRISTIANO DEL DOLOR
1. El sufrimiento es parte de la vida. Aunque la sociedad se empeñe en ocultarlo, "el sufrimiento es casi inseparable de la existencia terrena del hombre", como decía san Juan Pablo II. No desprecies el dolor de otros ni maximices el tuyo: todos sufrimos, aunque no lo hagamos por los mismos motivos ni reaccionemos igual.
2. Puedes enfadarte con Dios. Ante el sufrimiento tenemos derecho a llorar, estar tristes o enfados con Dios. Y tras desahogarnos, tenemos el privilegio de poder "pedir a Dios que nos ayude a entender que nos amaa y que de este dolor va a sacar algo bueno".
3. Del "por qué" al "para qué". La pregunta que surge ante el dolor es "¿Por qué sufro?". Pero quedarse ahí es un error porque yo no puedo controlar el origen del sufrimiento. Lo que descubre el sentido del sufrimiento es preguntarse "¿para qué sufro?"
4. Ofrecerte a Dios. El dolor es fértil cuando se lo ofreces a Dios y te entregas a Él con todo lo que tienes. Hacerlo, además, te ayuda a identificarte con Cristo de una manera imposible de lograr en otra situación.
5. Bueno para los demás. Ofrecer el dolor tiene una eficacia real para los demás te hace entender mejor su sufrimiento y, además, Dios puede usarlo para su salvación eterna y temporal.
6. Amor, no dolor. "Lo que hace fecundo el sufrimiento no es el dolor, sino el amor con el que yo lo viva. Al unirme a la Cruz en lugar de huir de ella, mi dolor no cambia: cambia mi corazón.
7. Soledad en compañía. El sufrimiento se vive a solas, nadie lo puede vivir por ti. Pero si se vive sin apoyo es peor. Lo tiene que vivir cada uno, pero sostenido por los demás.
8. Si el hijo sufre, el padre acompaña. Cuando un hijo sufre, los padres se cambiarían por él. Pero descubren que no pueden hacerlo, y que los niños no querrían. Su papael es el de ser bastones de sus hijos en la travesía del dolor.
9. La muerte no es el final. La muerte de un familiar cercano no es el final de la relación con él. Su presencia cambia, aunque es real y se puede hacer presente, sobre todo en la Eucaristía.
Lo he sacado de la revista LA MISIÓN, Diciembre 2017-enero 2018

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